El proceso de prueba y error de la selección natural permite la mejora sin que nadie lo entienda o lo guíe. Lo mismo puede aplicarse a cómo aprendemos. Hay al menos tres tipos de aprendizaje que fomentan la evolución: el aprendizaje basado en la memoria (almacenando la información que llega a través de la mente consciente para que podamos recordarla más tarde); el aprendizaje subconsciente (el conocimiento que obtenemos de nuestras experiencias que nunca entra en nuestras mentes conscientes, aunque afecta nuestra toma de decisiones); y el "aprendizaje" que ocurre sin pensar en absoluto, como los cambios en el ADN que codifican las adaptaciones de una especie. Solía pensar que el aprendizaje consciente basado en la memoria era el más poderoso, pero desde entonces he llegado a entender que produce un progreso menos rápido que la experimentación y la adaptación. Para darte un ejemplo de cómo la naturaleza mejora sin pensar, solo mira la lucha que la humanidad (con todo su pensamiento) ha experimentado al intentar superar a los virus (que ni siquiera tienen cerebro). Los virus son como brillantes oponentes de ajedrez. Al evolucionar rápidamente (combinando diferentes material genético a través de diferentes cepas), mantienen ocupadas a las mentes más brillantes de la comunidad de salud global pensando en contramedidas para contenerlos. Entender eso es especialmente útil en una era en la que las computadoras pueden ejecutar grandes cantidades de simulaciones replicando el proceso evolutivo para ayudarnos a ver qué funciona y qué no. #principleoftheday