El último giro de Zora, convirtiendo cada perfil de creador en un token, es uno de los intentos más audaces hasta ahora para financiar la identidad en internet. Cada usuario ahora lanza su propia moneda. Cada publicación se convierte en un token con un suministro de 1 mil millones. Los creadores reciben automáticamente 10 millones de monedas. Pero, aunque la mecánica es innovadora, los resultados son decepcionantes. A pesar de un breve aumento en la actividad de los traders, muy pocos tokens de creadores han mantenido la atención. La mayoría experimenta un destello de volumen y luego se desvanecen, sin comunidad ni utilidad que los sostenga. El reciente aumento en la actividad impulsó un aumento temporal en las tarifas del protocolo, pero incluso en su punto más alto, la generación de tarifas de Zora se queda muy atrás de ecosistemas como Solana, donde los memecoins y los tokens liderados por creadores se están negociando a gran escala. La infraestructura de @zora está claramente diseñada para la viralidad, pero la viralidad por sí sola no construye gravedad cultural. Sin creadores que puedan mantener la atención y comunidades de tokens que persistan más allá del día de lanzamiento, la plataforma corre el riesgo de convertirse en una granja de ruido especulativo en lugar de una base para economías de creadores significativas. Es temprano, pero si Zora no puede retener valor alrededor de los tokens de creadores, otros se llevarán la delantera.