Cuanto más tiempo paso pensando en la idea de la felicidad, más simple se vuelve. No se trata de perseguir la próxima victoria, ni de coleccionar cosas que dejarás de notar en una semana. Se trata de despertarte dentro de una vida que sientes que es verdaderamente tuya. Una vida que elegirías de nuevo, incluso si pudieras empezar de nuevo. Donde tu alegría no depende de los elogios de los demás, y tu valor no cuelga del anzuelo del próximo logro. Porque si es algo menos que eso, no es realmente vivir.
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