La gente teme crear algo, poner algo en público, tener cámaras alrededor porque tienen miedo de ser percibidos. Eso solía ser un miedo razonable, pero ese mundo ya no existe. Ahora hay tanta competencia que no puedes hacer que la gente te preste atención por más de 30 segundos. Escribes algo significativo y se lo envías a tu familia y amigos más cercanos, y no puedes hacer que tomen 10 minutos de su día para leerlo. A nadie le importa. Nadie está prestando atención. Cuando lo hacen, dan el mínimo enfoque mental, lo olvidan de inmediato y siguen adelante. Si logras que alguien te lea, te vea o te perciba en estos días, se te considera parte de la élite privilegiada de la atención. Lo último que debes temer es que la gente te preste atención.
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