Y con todo lo que nos sucede, lo bueno y lo malo, nos damos cuenta de que siempre tenemos el poder de luchar un día más, y cuando hacemos esto especialmente por otros que dependen de nosotros, una fuerza nos guía. Si no conoces la rendición, excepto a esa fuerza que es Dios, y mantienes un ritmo incluso cuando se oscurece: tus viajes siempre tendrán un propósito para crecer, lo creas o no. Todos hemos estado en lugares con poca esperanza, al menos una vez. Lo que es común son nuestras historias de no rendirnos, hasta que vemos un estallido de luz, que es una señal de Dios.
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